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Johanna, Rosi, Kelly, Susan y Gypsy

viernes, 5 de noviembre de 2010

LA CAPILLA DE CANTUÑA



La leyenda de Cantuña trata de un convenio que hizo un indígena, Cantuña, con el diablo para culminar una obra que le fue conferida: se trata del convento de San Francisco de Quito. Resumiendo la leyenda, narra que un hombre  pactó con el diablo su alma a cambio de que le ayudara durante la noche a terminar la iglesia. Sin embargo, la audacia de Cantuña fue superior ya que al acercase la hora del alba este se fijó en que faltaba colocar una piedra en uno de los costados de la iglesia, y al no haber cumplido totalmente con el trato, el diablo se vio obligado a desistir por el alma de Cantuña.

La historia real de esta capilla es otra. De acuerdo a la HISTORIA MODERNA DEL REINO DE QUITO del padre Juan de Velasco, este inca era descendiente de Hualca, quien a la vez fue secuaz de Rumiñahui. En aquella época de la conquista española, Atahualpa, el Soberano Inca fue capturado por Francisco Pizarro después de tenderle una trampa en el supuesto encuentro amigable en Cajamarca. Fue entonces que Rumiñahui tomó cartas en el asunto, y al darse cuenta que estas personas extranjeras no eran dignos de confiaza, resguardó parte del rescate y luego quemó  Quito, de manera que al llegar Benalcázar no encontrase nada de que apoderarse.

Se dice que Hualca, padre de Cantuña, fue uno de los aliados de Rumiñahui y que éste fue uno de los pocos que supo el paradero de las joyas del Soberano Inca. Por lo tanto, Cantuña al permanecer junto a su padre conoció el escondite de estas riquezas. No obstante, algo trágico sucedió, mientras QUITO era quemada, Cantuña fue atrapado por las llamas en una casa sin tener escapatoria, y su padre,  al ver esto lo dio por muerto y continuó junto con Rumiñahui. Fatalmente el pequeño sobrevivió pero quedándole cicatrices e imperfecciones imborrables. Con lo corcovado y maltrecho que se encontraba producía compasión, pero un español conocido como Hernán Juárez lo acogió en su casa. Con el tiempo valoró las cualidades del muchacho e incluso le enseñó a leer y escribir.

Con el pasar el tiempo, la economía de Juárez decaía y Cantuña quiso ayudarle. Para ello solicitó que construyese un subterráneo junto con la adecuación de materiales de fundición para poder trabajar estas piezas de oro que poseía, además que esto debía ser un secreto. Años más tarde el señor Juárez murió y en su testamento denominó como heredero a Cantuña. Las contribuciones que realizaba Cantuña eran enormes por lo que los franciscanos se preguntaban de dónde sacaría el dinero para la edificación del convento e iglesia. Entonces fue interrogado ante la justicia en donde afirmó que era él quien proporcionaba el dinero a su amo en vida, pero al no poder explicar la procedencia real del dinero, inventó la leyenda de “su pacto con el demonio”.

Cuando Cantuña murió, en 1574, al ingresar los franciscanos, descubrieron en el subsuelo de la casa una fragua para fundir oro. Incluso había varios lingotes de oro y varias piezas incas dispuestas a ser fundidas. Fue gracias a esto que continuaron la iglesia dedica a la Virgen de Dolores, de quien este indio era devoto.


En la parte sur del templo de los franciscanos se erigió la capilla de Cantuña. Esta es una sola nave abovedada con nicho circular para el retablo central y cúpula con linterna sobre el presbiterio. Fue cedida a los artistas quiteños para la ornamentación con grandes tallas y pinturas de manera tal que es también conocida como la Capilla Sixtina del arte quiteño. Fue terminada en 1669 y llevó el nombre de aquel gran contribuidor por quien la obra se hizo posible.

De acuerdo con la historia, Francisco Cantuña se encuentra enterrado allí, pero desafortunadamente el sitio de su bóveda es desconocido, ya que al entablar la iglesia retiraron la piedra tumbal, la cual fue llevada al Convento Máximo para que como tantas otras sirviera en el pavimento del claustro bajo.

En esta iglesia se rende culto a la Virgen de los Siete Dolores y, en el retablo lateral de la iglesia de Cantuña se encuentra la imagen de san Lucas, la cual fue terminada en 1668 por el padre Carlos y renovada en 1762 por Bernardo de Legarda. Por la inscripción que se encuentra al pie de la imagen se deduce que en la capilla se rendía culto a san Lucas, patrono de los pintores y escultores. 
 
Por Johanna Basurto

2 comentarios:

  1. Por favor podría indicarme la fuente de este artículo, gracias

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  2. Un libro de juan de velazco "Historia moderna del reino de Quito ...."

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