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Johanna, Rosi, Kelly, Susan y Gypsy

viernes, 12 de noviembre de 2010

Kingman y el realismo social

Eduardo Kingman, lojano, nacido en 1913, hijo de Doña Rosa Riofrío y del Dr. Edward Kingman quien  llegó a trabajar a Portovelo, (sitio que prometía ricos yacimientos auríferos), pero que  años más tarde, decidió regresar a su país.

Artista de convicciones profundas, pequeño, sosegado, noble y obstinado, llevaba sus manos pegadas al cuerpo como signo inconfundible de su bondad y fuerza. Su vida pública transcurrió, mayoritariamente, en su Posada bautizada por él mismo como: Soledad, donde solo eran él y su oficio: absorbente, riguroso, condenatorio y libertador.
Inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Quito, en vez de asimilar la formación que le impartían maestros como Víctor Mideros, se rebeló en contra de esas directrices y empezó a forjar su temple de socialismo.
Palpó el dolor de su pueblo y el de los pobres de la tierra, por ello su obra retrata las más hondas aflicciones humanas. Un hombre que creía que algún día la humanidad merecería este nombre.
Se ha hablado de las influencias que marcaron su obra, muy aparte de su gran convencimiento comunista y su eterna denuncia de las injusticias sociales, los murales, producto de la Revolución Mexicana le causaron gran impacto; así como la Revolución Rusa, incentivó a grupos de jóvenes idealistas a conformar los primeros partidos de izquierda en Ecuador, se añade también a dos pintores peruanos del Realismo Social, Sebogal y Julia Codesido.
Dos de sus obras insignes son: Un obrero muerto, conmovedora obra que a su vez llama a la revuelta, representa a todos aquellos dispuestos a morir para cambiar el régimen de explotación y miseria en que vivían; Los Guandos, obra que recoge el drama del indio, testimonio brutal y desgarrador, que evidencia la fuerza y coraje de una raza que sufrió el maltrato por quinientos años de conquista, retrata el alma del pueblo que produce esa sensación de atemporalidad que fascina al espectador a través de los tiempos.
Su obra se renueva, gira en perpetuo movimiento pero permanece fiel a una verdad propia, aquella sobre la cual se levanta el mundo del artista.


Bibliografía:
Rodríguez, M.(2002), "Grandes del siglo XX", Imprenta Mariscal, Quito-Ecuador.


Publicado por: Gypsy Vera



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