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Johanna, Rosi, Kelly, Susan y Gypsy

viernes, 22 de octubre de 2010

Huellas de Oswaldo Guayasamín


Oswaldo Guayasamín fue un pintor ecuatoriano, uno de los más importantes del siglo XX. Su fecha de nacimiento es algo incierta. En los libros del Registro Civil de Quito indica que nació el 6 de julio de 1919. Sin embargo, en el libro de Hélène Heyriès (L’CEubre de Guayasamín en realtion avec I’art précolombien de l’Equateur) que escribió en 1976 recopila una información muy importante acerca de este hecho. Según la confesión del mismo padre del artista, don José Miguel Guayasamín, el día en que nació su hijo fue tan grande la alegría que quisieron celebrarlo con pompos y platillos, olvidándose de aquellas formalidades que debían cumplirse cuando nace un infante de manera que no llenaron ningún papel. Entonces según su padre, la verdadera fecha sería el 27 de junio, pero fue una semana después de la fiesta cuando inscribieron al pequeño. Más al tener que pagar multa y para evitar esta citación adoptaron por determinar que el niño había nacido recientemente siendo fecha 6 de julio de 1919.


Guayasamín se graduó como escultor y pintor en la Escuela de Bellas Artes de Quito. Entre las obras que destacan de la época de aprendizaje  se encuentran los óleos: El Patio (1939) y Alumnos (1940). Ambos cuadros poseen cierto aire europeo y con una clara inclinación indígena. Desde ese entonces marcó la tendencia de su pintura, aquel reflejo de la realidad social en que mucha gente como él se desenvolvía. Su obra estuvo enriquecida con la esencia indígena de lo cual el artista se sentía muy orgulloso. En sus pinturas muestra a personajes aislados o a grupos de su ambiente, del entorno al cual el artista perteneció.


Algo interesante fue cuando un personaje importante de aquella época, Nelson Rockefeller, encargado de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, escogió cinco de sus cuadros. Guayasamín al ver que era una persona con alto rango creyó que debía regalárselos, pero éste recibió un cheque con una cantidad enorme que jamás había visto, ¡Esto le alcanzaría para una casa y pagar todas sus deudas!, es lo que probablemente pasó por la cabeza del artista quiteño. Contando con 23 años de edad fue invitado por el funcionario para que visite los Estados Unidos por un período de 7 meses.


Aceptó la invitación de Rockefeller y siendo el año 1943 se encontraba en los Estados Unidos para realizar una gira por los museos del mencionado país y exponer en aquellas tierras lejanas. De este viaje surge una historia particular, una expresión del ecuatoriano como gran artista y su única capacidad de comunicación con esta gente ignorante del idioma proveniente de las tierras del sur y del este, es decir, el español. Cuentan que al bajar a desayunar en el restaurante del hotel, Guayasamín pidió un huevo a la copa, pero al no ser comprendido decidió pintar un hermoso huevo. Sin embargo, los camareros seguían desconcertados y relacionaban al dibujo con una manzana, quizás una pera o un melón. Al ver los rostros confundidos de estas personas cogió una servilleta sobre la cual empezó a trazar “el proceso de creación de un huevo”. Como primer gráfico pintó a la gallina, después trazó una flecha que salía del trasero de este animal hasta un suelo imaginario donde dibujó un huevo. Luego, para seguir la secuencia de su mensaje, trazó otra flecha que guiaba hacia un cazo con agua hirviendo y, finalmente, hizo una flecha indicando un plato que sostenía una copa y dentro de ésta el susodicho huevo pasado por agua. De esta manera le comprendieron y este gráfico ahora forma parte de la colección particular de Rockefeller.


En su juventud obtuvo todos los premios nacionales. También obtuvo el Gran Premio de la Bienal de España en 1952 y más tarde el Gran Premio de la Bienal de Sao Paulo. Realizó unas 180 exposiciones individuales y tuvo una abundante producción en cuadros de caballete, murales, esculturas y monumentos. Tiene murales en Quito (Palacios de Gobierno y Legislativo, Universidad Central, Consejo Provincial); Madrid (Aeropuerto de Barajas); París (Sede de UNESCO); Sao Paulo (Parlamento Latinoamericano). Murió el 10 de marzo de 1999 a los 79 años de edad.


Este personaje ha dejado un legado bastante simpático y particular. Toma lo que tiene en su entorno para trabajar con lo cual expulsa un estilo indigenista y realista, de una sociedad o mejor dicho, de un pueblo oprimido, lleno de dolor y angustias. Siempre luchó por sus ideales, lo que lo convierte en ejemplo. No fue el hombre perfecto, pero si digno en seguir y con un corazón enorme. Podría decir que es como una vasija precolombina: áspera en su físico pero valiosa e histórica.


Para concluir este artículo he tomado una frase que merece ser reflexionada donde explica su visión como artista en el mundo en el que habitó: “Este siglo oscuro y violento que nos ha tocado vivir, me ha obligado a llenar mis cuadros de una inmensa tristeza…” “Creo sinceramente que el hombre que escribe un poema, buscando palabras y puntuaciones precisas, el creador de música que encuentra entre sonidos y espacios de silencio la melodía perfecta, el pintor que se mueve en un espacio cerrado y frío y hace vibrar con sus formas y colores el  mundo de su creación, el arquitecto que juega con volúmenes y perspectivas en el espacio, no pueden, estar lejos del hambre y sus problemas porque el creador de arte, de música, de poesía es ante todo un testigo desesperado de su tiempo.” -Oswaldo Guayasamín- 


Las Manos de la Protesta
Por Johanna Basurto

1 comentario:

  1. muy interesante, pero en mi opinion creo q sus obras deberian hablar mas que el articulo. :)
    felicidades por el articulo JOHANNA!!

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